I-INTRODUCCIÓN Y CONTEXTO HISTÓRICO (NT1)


El 13 de octubre de 1828, D. Mariano Ricafort, Capitán General de las Islas Filipinas, una sub-división del vice-reinato de México, promulgó un edicto introduciendo un sistema de marcaje de los pesos y onzas de oro producidos por las "provincias insurrectas y gobiernos revolucionarios" del continente Sudamericano, de modo que las palabras infamatorias, tales como "República", "Independiente" y "Libre", fueran eliminadas. La pesada maquinaria de la ceca alisaba los diseños de las monedas ofensoras e intentaba eliminar cualquier vestigio de la moneda original acuñando "Manila –1829" en una cara y el escudo de armas español en la otra, con la leyenda "Habilitado por el Rey N.S.D. Fernando VII" y rodeados ambos cuños por un ancho borde aserrado.

Las autoridades locales se aferraron a la vana esperanza de que con estos métodos podrían impedir la difusión del anuncio de "Unión y Libertad" realizado diecinueve años antes por las provincias rebeldes del Río de la Plata, de "Unión y Fuerza", proclamado diez años antes por Chile Independiente, de "Libertad Americana", emitido trece años antes por Nueva Granada, "Por la Virtud y la Justicia", proclamado una década antes por Perú, "Libre, Cresca, Fecunda" difundido por la República Centroamericana sólo ocho años atrás, y la incluso más reciente declaración de soberanía de Bolivia "Libre por la Constitución".

Desde un punto de vista más realista, D. Mariano deseaba apoyar al comercio y la agricultura en sus dominios proporcionándoles un medio fiable de intercambio, especialmente en un momento de altos intercambios comerciales con China, Bengala y otros mercados orientales en los que abundaban las falsificaciones procedentes de Birmingham.

Poco después de los inicios de los trabajos, la acuñación del gran resello "Manila" provocó la avería de la maquinaria de la ceca. Este suceso, tal y como recoge el Dr. Gilbert Pérez y el Sr. Aldo P. Basso (1), probablemente fuera una consecuencia de que contratistas chinos privados, con escasos conocimientos técnicos, estuvieran al cargo de los procesos de acuñación desde 1771 hasta 1835.

El amplio borde aserrado fue eliminado, pero esto apenas mejoró la situación. A finales de año ya se vislumbraba el fin de este proceso de acuñación. Los resellos de "Manila – 1829" y "Manila – 1830" son extremadamente escasos y no se conoce ninguno de 1831 o 1832, a pesar de que no fue hasta el 27 de octubre de este último año que D. Pascual Enrile, el nuevo Gobernador de las islas, reimpulsara la "Oficina de Resellos" sustituyendo el complejo proceso por un simple cuño. Las monedas debían ser marcadas con una corona y la inscripción "F.7.º" en un "pequeño óvalo", resultando en cierto modo irónico que se utilizara este sistema para validar monedas desfiguradas por los resellos chinos estampados en ellas con el mismo propósito por los comerciantes chinos (NT2). Sin embargo el óvalo parecía más bien un círculo, salvo en la pieza de Milán de 1809 perteneciente a la colección Sastre que, a juicio de D. Xavier Calicó (2), es una prueba.

Dos años después, el 4 de septiembre de 1834, D. Pascual extendió la orden para incluir monedas muy circuladas e incluso perforadas, especificando que estas últimas deberían ser marcadas en ambos lados del agujero (NA1).

Tres meses después, el 20 de diciembre, el Gobernador ordenó que el resello "F.7.º" fuera sustituido por "Y.II.". Las noticias de la muerte de Fernando, que tuvo lugar el 20 de septiembre del año anterior, habían llegado por fin a las islas.

El último edicto sobre estas emisiones fue promulgado por un tercer Capitán General, D. Antonio Salazar, quien, el 31 de marzo de 1837, ordenó el cese de estas acuñaciones, a pesar de que habían permitido mantener las monedas reselladas en el archipiélago. El Dr. de Jesús (3) confirmó que ninguna de ellas parecía haber aparecido en China o Formosa, donde todavía abundaban las viejas monedas Mexicanas y Latinoamericanas (NT3).

Otro importante hecho relacionado con el tipo de monedas reselladas es la duración y frecuencia de los viajes por mar entre Barra de Navidad (Acapulco) o Callao y Manila. Desde el cese de las operaciones de la "Nao de Manila" en 1815 se realizaban varios viajes anuales entre los puertos citados, siendo la duración media de estos viajes en sentido Manila de unos 56 días. En estas circunstancias era posible que una moneda acuñada en Perú o México llegara a Manila apenas dos meses después de su acuñación. También era relativamente fácil que las monedas acuñadas en cualquier otra ceca sudamericana llegaran a Manila en un plazo de un año.

 

NT1 Traducción libre del punto "BACKGROUND DATA" del artículo "The chronology of the round counterstamps on the Philippine coinage of 1832-1837" de Frank F. Gilboy.
NT2 En parte es comprensible. Los chops también se utilizaban en ocasiones para dar credibilidad a monedas falsificadas en Birmingham.
NT3 Existen excepciones. La moneda J-r3 presenta resellos chinos sobre un resello de F.7.º.

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Detalle del resello F.7.º con chops encima, moneda J-r3

NA1 Es muy probable que la mayoría de estas monedas agujereadas fuera arras nupciales. En Filipinas era costumbre agujerearlas y unirlas para facilitar su manejo y también eran utilizadas frecuentemente como collares. A menudo representaban los ahorros totales de las jóvenes parejas, por lo que la pérdida de su valor no fue aceptada por la población. El Gobernador reconoció esta situación y ordenó esta acuñación especial, que se realizaría de forma gratuita.

(1) Aldo P. Basso "Coins, Medals and Tokens of the Philippines 1728-1974", segunda edición (Bookman Printing House, Manila 1975, pág. 15). Debe tenerse en cuenta que este punto es respondido por el Dr. Quintin Fortich Oropilla quien, en su fastinante artículo "Some Archival Truths on Philippine Coins 1951-1897" publicado en "Philippine Numismatic Monograph, Nº 21", afirma que ha encontrado pruebas documentales de que los artesanos eran realmente mestizos españoles.
(2) F. Xavier Calicó. "An Unpublished Countermark" (The Numismatist, July 1949, págs. 416-419). En este artículo el Dr. Oropilla también revela que este resello en particular fue obra del maestro ensayador, D. Francisco (Diego) de los Reyes, con officina en Quiapo en el distrito de Intramuros de Manila.
(3) Dr. Pablo I. De Jesús. "A Catalogue of the Countermarked Coins of the Philippines from 1828-1837". Numismatic Monograph Nº 6, pág. 1 (publicado por la Sociedad de Anticuarios y Numismáticos de Filipinas, Manila 1950).





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